¿Por qué es imprescindible un buen pastel de boda?

La tradición del pastel de boda se remonta a la antigua Roma. Se solía preparar un pan grande para ser compartido durante el banquete. El novio era quien gozaba del primer bocado y los trozos restantes se repartían entre los asistentes, quienes lo consideraban como símbolo de abundancia.

Durante el s.XVIII, los invitados británicos entregaban a los novios unas galletas a las que se fueron añadiendo frutas o frutos secos. Todas ellas se iban apilando en forma de pirámide: si los novios conseguían besarse sobre ellas, antes de repartir las porciones, tendrían buena suerte.

Un repostero francés, pensó que si añadían azúcar ganarían consistencia. Así que creó un bizcocho mucho más grande en su base para formar esta pirámide a la que se fueron incorporando otros ingredientes como crema, azúcar glasé y detalles decorativos. Fue, sin duda, la base del pastel de bodas actual.

El pastel de bodas ha pasado por diversas etapas hasta convertirse en uno de los instantes más esperados por los invitados, y por supuesto, por los recién casados; es todo un ritual dulce.

La estética tradicional de la tarta es la clásica de varios pisos, coronada por un par de muñecos que representan a los recién casados.

Actualmente, las tartas de boda son auténticas obras de arte de “alta costura”. Se siguen las últimas tendencias y se personalizan al más mínimo detalle, según los deseos de los novios, pudiéndose adaptar a alergias o intolerancias. En cuanto a sabores, hay una variedad muy amplia que sorprenderá a los paladares más exquisitos de nuestros invitados.

¿Os apetece probar?

¡Smash Cakes sin azúcar!

Olvídate del prejuicio que la repostería no es sana.

Eso se ha quedado atrás.

Cuidarse está de moda y los reposteros ya hace tiempo que se han sumado a esta creciente tendencia. Mamis “Healthy” que cuidan la salud alimentaria de sus bebés contratando pasteles sin azúcar ni edulcorantes artificiales para las sesiones fotográficas de sus peques.  

Pero también para personas que se quieran cuidar y teniendo en cuenta que “a nadie le amarga un dulce”, tenemos alternativas naturales como el azúcar de coco, sirope de agrave o de arroz, maltitol y por no olvidarnos del dulzor propio que se consigue de los dátiles o demás frutas disecadas. Si a todo ello le añadimos harina de chufa o de altramuz, copos de avena, harinas semi-integrales, la chía, el coco y el cacao, le dan un toque delicioso y nutritivo y pueden ayudar a controlar los picos glucémicos.

Procuramos que todos nuestros pasteles respondan a vuestras necesidades, en especial a la de los más pequeños cuidando su salud sin olvidarnos de su paladar.

Pero… ¿de dónde vienen los buñuelos?

Los buñuelos de viento son un postre esponjoso típico de la Cuaresma que puede ir relleno de alguna crema. Aunque aquí nos encantan tal cual, con azúcar y anís.

Son una receta tradicional de Semana Santa y lo que los hace especiales son las manos expertas que los elaboran y el cariño y mimo con el que se hacen. ¿Os gustan aromatizados con anís o los preferís sin?

Un poco de historia:

El origen de la palabra buñuelo es un poco controvertido, porque si bien para unos derivan de «puñuelo», una especie de bolas que los romanos amasaban con los puños, otros creen que procede del francés «beignet», que significa «bulto, protuberancia».

No obstante, todo apunta a que el origen del buñuelo es árabe y data del siglo XI. Se cree que surgieron en Almogía, un pueblo de Málaga. La primera versión escrita con el nombre de “buñuelos” se encuentra en el recetario del jefe de cocina del rey Felipe II, Francisco Martínez, quien publicó el libro titulado “Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería” en el siglo XVI. Es desde esa época que se tiene registro de la tradicional receta de los buñuelos de viento.

Hay quién los prefiere únicamente inflados y bien esponjosos (como nosotros en Sweet Annie), espolvoreados con azúcar y/o canela, pero también quien los prefiere rellenos con crema pastelera, de limón, de frambuesa, frutos rojos e incluso con chocolate.

¿Habéis probado ya los buñuelos SIN gluten con harina de chufa? No os dejarán indiferentes.

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